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martes, 7 de febrero de 2012

Estrecha Tlalpan lazos de amistad con Cuba a través de sus artistas plástico

Se presenta en la Casa Frissac la muestra colectiva: De lo Real a lo Maravilloso en las Artes Plásticas, que agrupa a 27 artistas cubanos.
Estará expuesta hasta el próximo 15 de febrero.
 
Boletín

Se presenta en la Casa Frissac, de la Delegación Tlalpan, la muestra pictórica: De lo Real a lo Maravilloso en las Artes Plásticas, una puesta muy interesante y peculiar porque reúne la obra de 27 artistas cubanos, quienes a través de grabados, fotografías y óleos exponen su muy peculiar punto de vista sobre la vida cotidiana, sus raíces y las nuevas tendencias. 
Este brote de artistas plásticos, muchos de ellos conocidos ya a nivel internacional, ha inundado galerías, parques, acera, cuantos espacios libres estén dispuestos a albergar obras de una u otra tendencia, tal o más cual color, grandes o pequeños formatos.

Tras un enorme esfuerzo de la Delegación Tlalpan, la embajada de Cuba y el Ministerio de Cultura de ese país caribeño, fue posible la presencia de tres de los 27 destacados artistas plásticos que conforman el colectivo.

En nombre del colectivo, al que se tuvo el tino de nombrarlo “kinké” por la luz que emana y alumbra la oscuridad, la artista cubana radicada en México, María Antonia Rojo Giraldo, agradeció la participación de las diversas entidades que hacen posible esta muestra.
 
Participaron en esta muestra los artistas plásticos: Jesús Roberto, Néstor Martínez y Antonio Milán.
 
Por parte de la Delegación Tlalpan y en representación del Jefe Delegacional, Higinio Chávez García, el subdirector de Comunicación Social, Juan Bautista Aguilar, dijo que Tlalpan tiene los brazos abiertos para cualquier expresión de la cultura, pues como diría José Martí: “Buscamos la solidaridad no como un fin sino como un medio encaminado a lograr que nuestra América cumpla su misión universal”, comentó

Estos creadores hacen su labor perfectamente integrados al sistema de galerías y sus piezas están pensadas para entrar en un mercado de arte y ser coleccionadas. En ellas hay, indiscutiblemente, una impronta social, pero no la carga cuestionadora que marca la corriente principal de los ochenta, una de cuyas marcas fundamentales es la voluntad de hacer un arte efímero, no coleccionable ni atenido a las leyes del mercado, que en último caso debe cumplir su misión social inmediata y diluirse después en la vida cotidiana.

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